2.5.05

Tregua

Es como si el Cielo y el Viento conspiraran, rompen en mi cara cual látigo, marcando anchas y profundas ehridas. Esto es lo que hicieron conmigo esta noche donde las estrellas no brillaron y el bullir de carros ardía; caminé y caminé con prisa, con prisa de encontrarme con alguien, con ese alguien que días antes dislumbre en el umbral de la estación, no sabría si me reconocería tras aquellas huellas en mi cara, sin embargo, me atreví a andar y toparme con miles de caras impacientes por saber que me había pasado, me atreví y llegué a la estación.
Anunciaban la salida a Toscana, y recordé cuando añorabas esa ciudad; mientras mi corazón se revolvía dentro pensando en que llegaras.
Anduve por cada puerta buscándote, esperé… me senté en una banca y me enredé en el abrigo… el mismo Viento que me había hecho llagas, seguía golpeando mi cara, burlándose de mí. La espera cayó en la nada, ví mis fuerzas caídas sobre el andén, mi mirada, creo yo, lucía en abandono.
No recuerdo como regresé al apartamento, supongo yo, con la cabeza echada adelante, y arrastrando la esperanza.
El mismo Cielo que había roto en mi cara, se reflejaba oscuro y somnoliento tras los espejos de la calle, podría decir que se había llenado de dolor al verme cabizbajo. El Viento desapareció y respiraba, a pesar de todo, la calma.
Habían hecho ambos una tregua y me habían brindado por unas horas la paz, la paz que he buscado y que pensé encontrar contigo. La paz me la dieron ellos, el Cielo y el Viento, los mismos que reían y me lalstimaban. Benditos sean! Por estas horas, disfrutaré con ansia lo que me han brindado, mañana podrán fustigarme otra vez!

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