Estoy aquí en el ocaso de mis días,
con zapatos gastados
como se ha desgastado
mi vida,
en ese ir y venir,
de amor y desamor,
de entrega e indiferencia.
Mis manos ajadas,
y mi pelo con rayos plateados
son la marca de mi tiempo,
el tiempo que tuve y deje ir,
el tiempo que manipulé,
y me controló,
el tiempo inexorable,
dejándome huellas
palpables del hombre
que fui, que pretendí ser,
del hombre que tuvo
todo y se le escapó
de las manos.
Mi amigo el tiempo,
me zambulló con él
e hizo conmigo lo que quiso.
1 comentario:
Un magnífico poema para reflexionar. De diferente contenido que los anteriores pero conservando el estilo, la precisión en las palabras.
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