1.3.05

Uruguay Nació Contigo

Montevideo, me amaneces entre las manos, como si te conociera desde hace más de dos años y te descubro de Punta a Cabo, de Atlántida a Piriápolis.

No sé si tomar la mano de tu dueña para que me lleve a tu Rambla a perderme entre miles de rostros que disfrutan de la caminata, del trote o de la contemplación, y si le pido mate brasileño-paraguayo me llevará a saborearlo tal vez a Ciudad Vieja donde el candombe se fusiona y se hace una fiesta o me quedo en la modernidad de tu Ciudad Nueva…

No sé Andrea dueña, si me guste recorrer tu Rosario de Playas, ruta interbalnearia o me quedo mejor en Pocitos cerca de Punta Carretas o me voy a La Paloma a disfrutar del faro blanco y beberme su arena dorada, donde puedo pensar que ese cielo límpido también es mío...

Y si te pido surfear o irnos en tablas de morey, me llevarás a aguas tranquilas de La Mansa o quizá a la veloz Brava y es ahí tu Punta del Este la misma conjugación de la modernidad, donde los jóvenes dan de que hablar y las estrellas se pasean en la cúspide de sus olas y donde el mismo mar te invita a no dejarlo nunca…

O si me dejas en Cabo Polonio para grabar mis huellas en las dunas, y esperar a que otras se le unan, donde pueda platicar con los lobos marinos de cuantos enamorados han visto desde sus rocas y luego pedirles que sean los guardianes de esas huellas...

No sé Andrea si prefiero La Pedrera o sentarme tan sólo en Montevideo y ver los jirones de nubes e imaginar escuchar al hornero y que estoy rodeada de eucaliptos y de pinos; y que pastan a mi lado ovejas, vacas, ñandúes y caballos…

O si me cuentas Andrea en Los Altos de Palermo de tu niñez, de las campanillas azules que cubrían el cerco de tu casa, del piar de los gorriones, el cantar de los benteveos, y las calandrias que se escuchaban cuando apenas abrías los ojos. Si me cuentas Andrea de esos spaghettis que hacía tu Abuela que tanto añoras, de los conciertos particulares que pensabas daba tu Padre únicamente para ti; cuéntame Andrea de cómo tu Madre te llamaba a sentarte en su falda viendo hacia el horizonte y te contaba una y otra vez sobre El Rayo Verde, y de como descifrabas los distintos matices de cielo...
Cuéntame Princesa de tus viajes en carretera, de tus idas y venidas; de ese bolichito cerca del mar donde tantos capuchinos te tomas a la par de medias lunas…

Cuanto cubre tu Paisito mi imaginación, si leo sobre él y parece que respiro a arena mojada, si encuentro que lo que leo me remite a ti. Si encuentro en tu cara la paz de tus playas y reúnes el aroma de los eucaliptos, de playas de espuma blanca.

Si, amanece Montevideo entre mis manos, pero Uruguay, sé, nació contigo...

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